viernes, 26 de julio de 2024
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Esta nota fue creada ‘Artificial Intelligence Free’…

“Yendo a la concurrida Feria del Libro de mi ciudad, a la que asisto con devoción cuasi religiosa cada año…”

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Foto: Hitesh Chouday en Unplash

Redacción (26/05/2024 14:55, Gaudium Press) Yendo a la concurrida Feria del Libro de mi ciudad, a la que asisto con devoción cuasi religiosa cada año —más que a escudriñar en los últimos best-sellers a escuchar una que otra conferencia que siempre las hay interesantes— me sorprendí con la cantidad de charlas que abordaban el tema de la Inteligencia Artificial o del Machine Learning.

Percibiendo que la insistencia en el tema en esta edición de la Feria se debía un tanto a cierto esnobismo, de quien cabalga en la onda de la moda, no fui tan ciego para no darme cuenta que la cosa tiene su fuerza real, no pequeña, tendiente a una aplanadora a gran velocidad.

Así, pues, me introduje en una conferencia sobre Salud e Inteligencia Artificial, intenté colarme en otra sobre Inteligencia Artificial aplicada a la industria editorial, me sumergí entero en otra sobre Estado e Inteligencia Artificial y pude hablar con los expositores de otra acerca de Inteligencia Artificial aplicada a la Empresa. Es decir, me embadurné hasta los tuétanos con el dichoso tema, del que antes era casi tan limpio cuan bebé recién bañado y peinado.

Pero además, para que el curso intensivo fuera completo, compré un libro sobre el asunto, Chat GPT – Obtén el máximo rendimiento a la Inteligencia Artificial Generativa: pagaba así completo mi impuesto al ‘esnobismo’, el ajeno y ojalá no el propio.

Pero como ocurre frecuentemente con los integrantes de la generación de la imagen, de la cual aún me considero parte, después de leer rápidamente unas decenas de páginas abandoné su lectura, secuestrado como estuve por un tiempo en la autobiografía del Nobel de literatura de mi tierra, y en las inmortales líneas de la obra de espiritualidad del abad cisterciense Dom Chautard.

Entre tanto, ahí permanecía en mi mesa de noche el librillo, cual problema de conciencia, recordándome de tanto en tanto —como pajarito de reloj cucú— lo que decía Doña Lucilia Corrêa de Oliveira, de que lo que se empieza se debe terminar.

Acabó Doña Lucilia arrancando desde el Cielo la fuerza para concluir la lectura, porque no considero que perdí el tiempo, y apertrechado orgullosito con los conocimientos adquiridos, abrí mi cuenta en el Chatbot más famoso del mercado tras lo cual me aventuré a dictar mi primer prompt, primera instrucción que rezaba más o menos lo siguiente:

Escriba un artículo de 50 líneas, sobre la oración, con metáforas, dirigido a un público conservador, inspirándose en los autores tales y tales.

Solo eso.

El resultado produjo diversos sentimientos, entre ellos el pasmo. Lo que había salido no era genial, pero no era de ninguna manera malo. Era mediano, pero mediano bueno.

Para confirmar mi impresión, le mandé el texto a un sacerdote amigo, vía WhatsApp, quien después de leerlo y tras contarle las instrucciones dadas, me respondió con un emoticon de asombro. Sí, estábamos sorprendidos.

Evidentemente el escrito no sería publicable así, porque no sabía si realmente los autores sugeridos estaban bien citados, porque había que darle un tono menos impersonal, porque justamente el artículo debería contener giros novedosos, etc., pero también tuve el pensamiento subyacente de que una mayor práctica en la técnica del prompt esfumaría algunas de sus sombras.

Y fue después cuando me puse a hacer algo de ‘futurología’, terreno siempre difícil e inestable, pero pensando sobre todo en nuestra juventud…:

– Evidentemente todos los jóvenes (y muchos de los no jóvenes) se van a volver expertos en este tipo de aplicaciones. Y todos sentirán la tentación de usarla no bien, al estilo copy and paste, para ciertos deberes escolares. Al parecer no valdrá que los profesores tengan herramientas que detecten textos de IA, porque ya hay otras que los ‘humanizan’, haciéndolos prácticamente indetectables.

– Si ese uso no ético se generaliza, en la educación se va a privilegiar la oralidad y el trabajo ‘manualito’ en clase, pues será casi la única forma de verificar lo que realmente restó en la cibernetizada cabeza de los aprendices.

– La ‘medianía’ a nivel de producción creativa se va a ver muy amenazada por la ‘creatividad’ de la IA. Pero justamente para llegar a las altas cumbres, no se comienza genial sino que se inicia mediano o bajito y la práctica va haciendo al maestro, por lo que se podrá despreciar injusta y perjudicialmente lo que es meramente mediano y no genial, pero sí humano, cortando el camino hacia el perfeccionamiento.

– En materia de creatividad lo que es genial o bastante elevado se va a hiper valorar, pues justamente se encontrará fuera del alcance de la extendida IA. De pronto terminaremos creando, a la manera de los avisos Sugar free, los sellos IA Free, como garantía de valor agregado.

– Es sabido que analistas de educación están asustados con la caída de la comprensión lectora en los estudiantes, y con la consecuente caída de capacidades de redacción, de elaboración autónoma y estructurada de textos, lo que es sinónimo de capacidades de pensamiento crítico. Estas habilidades no son fáciles de adquirir, y menos para las nuevas generaciones de la imagen, del internet y ahora del Chat GPT. Pero si ahora, estas nuevas generaciones se ‘envician’ en aplicaciones de IA que producen rápida y facilmente resultados en estos campos, que antes demandaban notable esfuerzo, pues es mucho más probable que se le coja redoblada fobia a tal esfuerzo y se huya más de ese esfuerzo necesario. Delicado.

– Dicen que quien probó una vez heroína quedó enviciado por siempre, tal fue el brutal placer animal que se sintió que lo convierte en irresistible. Pues no podemos dejar de ver ciertos usos de la IA como produciendo un gran ‘placer’ cómodo, haciendo al ‘consumidor’ potencial y crecientemente adictivo de esos usos, convirtiendo en muy real la posibilidad de atrofia de ciertas capacidades de inteligencia y voluntad.

– Y con estas posibilidades, la probabilidad de concretización del Un Mundo Feliz de Huxley, donde una masa medio idiotizada sea controlada por una élite que no sufrió el proceso de idiotización, y que usa de herramientas tecnológicas para mantener su poder y sistema.

No sé, es solo futurología, y de futurología non est disputandum, pues la futurología puede ser como puede no ser. Pero lo que si es cierto es que las cuestiones se van a plantear cada vez más.

Que Dios Nuestro Señor, que no creó las cosas ‘en serie’ sino super individualizadas, un Dios que ayuda y premia el esfuerzo, que incluso lo exigió al máximo de su Divino Hijo para nuestro rescate, nos ilumine, auxilie y guarde.

(Esta nota fue creada IA Free. Casi al 100 por ciento…)

Por Saúl Castiblanco

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