lunes, 18 de marzo de 2024
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La lucha de la Caballería cristiana y la guerra psicológica

Los caballeros de la Edad Media lucharon físicamente contra los principales enemigos de la Iglesia que utilizaban medios materiales. Actualmente, las fuerzas del mal emplean la guerra psicológica revolucionaria, con el objetivo de destruir a la Esposa Mística de Cristo y perder las almas.

Charlemagne and Pope Adrian I

Carlomagno y el Papa Adriano I

Redacción (30/01/2023 16:23, Gaudium Press) Resumimos algunos comentarios realizados por el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira [1], sobre la Caballería Medieval.

En la vigilia preparatoria a la ceremonia de recepción en esta gloriosa institución llamada Caballería, el joven reza por sí mismo y por quienes recibirán sus golpes de lanza y espada. Aquí vemos caracterizado el amor al prójimo, por amor a Dios. El caballero se abalanza sobre el musulmán y lo derriba, pero él quiere la salvación eterna del hombre que está matando, no quiere arrojarlo al infierno. Al mismo tiempo que lo mata, reza para que se salve.

San Bernardo de Claraval afirma: el guerrero que lucha con odio personal es como un asesino, pero el que lucha contra un individuo porque propaga el mal sirve a Dios.

Antes de la ceremonia, el joven se bañaba en una tina de agua de rosas. En aquellos tiempos aún bárbaros, bañarse no era una preocupación constante. Como la Iglesia promueve el bien en todo lo que hace y de todas las formas posibles, incluso en lo que no está directamente en su misión, establece que el futuro caballero necesita bañarse.

Teniendo en cuenta las mayores necesidades de la Iglesia

Al caballero lo movía un ideal cuyo elemento principal es el alto sentido por el que lucha. Él es ante todo un católico romano, vive por la causa de la Iglesia y quiere que ella gane.

Sin embargo, no se trata de querer bajo cualquier aspecto, como quien se preocupa por el arte sacro, algo excelente para la causa de la Esposa de Cristo. El caballero es quien considera la mayor necesidad de la Iglesia en el momento presente y responde a ella.

En la época de las Cruzadas, la lucha contra los mahometanos que perseguían a los católicos era una necesidad primordial. ¿De qué serviría tener universidades, construir catedrales, castillos, hacer una civilización espléndida, si los musulmanes entran y lo derriban todo? No habría adelantado de nada. Es decir, las luchas contra los moros eran un punto tan importante que todo lo demás dependía de ello. Si los católicos ganaban en esta lucha, todo podía esperarse; si no ganaban, todo estaba perdido.

Dotado de una forma particular de sentido católico, el caballero va directamente a lo más importante y allí aplica sus recursos. Es un hombre dedicado a la salvación pública y a lo supereminente dentro de la Causa Católica.

Otro elemento esencial de la Caballería es el gusto por el riesgo. El caballero lucha por su vida, pero no duda en exponerla por la causa a la que sirve. Es el héroe católico que va a la muerte por defender a la Iglesia y la Civilización Cristiana en lo que más necesitan. Esta noción del gusto por el riesgo, por el sacrificio, necesita ser especialmente destacada, porque en ella encontramos el rasgo más característico del caballero.

El caballero que marcha a toda velocidad hacia el adversario para liberar el Santo Sepulcro sabe que puede ser asesinado, pero comprende que alcanza su meta muriendo en holocausto por ese Dios que le dio la vida. Así entra en la gloria y se une al Creador por toda la eternidad.

La belleza de ese salto a la oscuridad y lo desconocido para encontrar la luz eterna del otro lado, la lógica y claridad de entendimiento con que la persona se lanza tiene una fuerza que es la acción más hermosa del hombre en la vida. Este gozo del hombre en morir y, por tanto, en arriesgarse, es precisamente lo que dignifica la caballería.

Artista de la lucha

En cierto sentido, el caballero puede ser considerado el artista de la lucha, porque le gusta la lucha bella, noble, elevada. Por eso se viste para el combate, sigue hermosas reglas para pelear y muere sintiéndose como si hubiera hecho una obra de arte.

Por ejemplo, Roland, el heroico compañero de Carlomagno, está muriendo en el campo de batalla. Aparece San Miguel Arcángel y le entrega su guante en señal de vasallaje, porque San Miguel es el jefe de lo que llamaban la Caballería Celestial, compuesta por los Ángeles que expulsaban a los demonios del Paraíso, arrojándolos al Infierno.

Esta alegría, este entusiasmo, esta especie de sentido artístico de la lucha, del riesgo y de la muerte caracteriza al verdadero caballero. En torno a él se forma un ceremonial, al que se van incorporando paulatinamente su familia y gente de los demás castillos, y se forma una clase donde la educación es más excelente, la lengua más elevada, más florida y hermosa, florece la distinción de costumbres y costumbres. y aparece la cortesía, distinción propia de los caballeros.

Esta clase no degrada a las demás, sube más o menos como un globo que, al subir, lleva consigo a toda la población. El ascenso de los caballeros fue el ascenso de toda la nación. Con los caballeros, los otros mejoraban su lengua, su educación, se cultivaron y acabaron des-barbarizándose.

Emplear todos los medios lícitos en favor del bien, de la verdad, de lo bello

En su libro “Revolución y Contrarrevolución” [2], el Dr. Plinio explica: La Revolución gnóstica e igualitaria que se esparce por todos los pueblos conquista a las personas a través de la guerra psicológica, que apunta a la psiquis del hombre, es decir, lo “trabaja” en las diversas potencias de su alma, y ​​en todas las fibras de su alma.

Emplea todos los medios para conducir a los individuos hacia el mal, el error y la fealdad en cualquier terreno: en las convicciones religiosas, políticas, sociales y económicas, en las imposiciones culturales, en las preferencias artísticas, en las formas de ser y actuar en la familia, la profesión, la sociedad.

Contra estas formas de conquistas psicológicas, o hay una conquista también psicológica o no sirve para nada. Por tanto, los verdaderos católicos deben utilizar todos los medios lícitos en favor del bien, de la verdad, de lo bello, en vista de la gloria de Dios y la salvación de las almas.

La Causa Católica necesita ser defendida con espíritu de Caballería. Por eso, si alguien insulta la Cruz delante de nosotros, debemos replicar con valentía. Pero no como quien defiende su propio honor, sino el honor de Nuestro Señor Jesucristo y de Nuestra Señora” [3].

Por Paulo Francisco Martos

(Lecciones de historia de la Iglesia)

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[1] Cf. CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. O ideal de Cavalaria, plenitude do espírito católico – I. In: Dr. Plinio. São Paulo. Ano. XXII, n. 259 (outubro 2019), p. 14-15; Flor e glória da Cristandade – II. Ano XXIII, n. 267 (junho 2020), p. 34.

[2] Cf. Idem. Revolução e Contra-Revolução. 5. ed. São Paulo: Retornarei. 2002, p. 173-174.

[3] Idem. Espírito de Cavalaria para exaltar a Santa Cruz. In Dr. Plinio. São Paulo. Ano. XXV, n. 294 (setembro 2022), p. 4.

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