martes, 23 de abril de 2024
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Las peripecias de los Hermanos hospitalarios en pleno conflicto en Sierra Leona

El Hno. José María Chavarri cuenta experiencias del apostolado en medio de la guerra de los diamantes

Hospitalario

Redacción (06/04/2021 09:35, Gaudium Press) ¿Qué es lo que mueve a hombres europeos, todos profesionales, a introducirse en lo más álgido de las guerras africanas para allí seguir anuncianado a Cristo y curar enfermos? Evidentemente solo la gracia, nada más que la gracia de Dios, que es lo más valioso que hay en este mundo.

Por ejemplo, lo que ocurre con los Hospitalarios de San Juan de Dios en Sierra Leona, según tocantes relatos del Hermano José María Chávarri, publicados en Revista Ecclesia

En 1991 inició en Sierra Leona una guerra civil, que duró 11 años y causó 250.000 muertos. Uno de los principales objetivos de los contendientes era controlar la zona que produce diamantes. El Hermano Chávarri estuvo en el país de 1992 a 1995.

Fui destinado a Sierra Leona en 1992 – cuenta – y permanecí hasta 1995 en el Hospital que la Orden tiene en Mabesseneh a cuatro kilómetros de Lunsar y a unos 80 de Freetown [la capital]. El Hospital tiene una capacidad de 110 camas, con especialidades en pediatría, maternidad, cirugía y traumatología; además de quirófanos, laboratorio, rayos X, una sección para enfermos de tuberculosis y actualmente una escuela de Enfermería. A este hospital acudían enfermos de las dos facciones del país: las fuerzas nacionales y las rebeldes. A todos ellos se trataba sin distinción de ideología, religión o condición social”.

Los Hermanos hospitalarios ahí era 8, 7 españoles y uno de Ghana. El hermano Chávarri era el encargado del equipo de los hospitalarios en el Hospital de Mabesseneh.

Tenía que tramitar gestiones y hacer las compras en la capital del país, Freetown, donde vi cosas muy difíciles de entender como barreras de control vigiladas por ambos bandos militares, en los que, con demasiada frecuencia, me encontraba a jóvenes de 11-15 años con metralleta en mano, algunos drogados o embriagados que en cualquier momento te podían disparar pues no eran conscientes de lo que hacían, era algo terrible. Más tarde, un sacerdote javeriano creó un centro para rehabilitar a estos niños guerreros”.

Zozobra, pues algo podía ocurrir en cualquier momento

A lo largo de las 24 horas del día teníamos una idea fija y constante de que en cualquier momento algo podría suceder. No lográbamos concentrarnos en lo necesario, con frecuencia la imaginación divagaba en distintos asuntos, se nos interrumpía con frecuencia solicitando todo tipo de ayudas. Cuando en ocasiones se oían ruidos fuertes nos sobresaltábamos pensando que podrían ser disparos o alguien que venía para robar. Era una situación complicada. A todos nos pasaba lo mismo”.

A veces algo se podía hacer en las angustias, pero muchas veces no:

¿Qué hacer ante determinados problemas? Muchas veces no teníamos una solución que dar ante tantas situaciones de necesidad que afloraban. La muerte de alguien por un disparo, una persona gravemente herida, problemas familiares serios…etc. Eran demasiados los casos a los que no podíamos dar respuestas adecuadas por falta del abastecimiento sanitario necesario, ya que el hospital se encuentra en el interior y no había facilidad de desplazamiento en esas circunstancias para adquirir suministros”.

A veces tenían que trabajan atendiendo enfermos, en medio del ruido de los disparos.

“Cuando esto ocurría, se creaba una gran confusión. Los vecinos del poblado más próximo venían buscando refugio en el Hospital, y los enfermos allí atendidos salían llenos de miedo a refugiarse entre la maleza y el bosque. La gente entraba y salía en estampida”.

Nunca abandonaron el Hospital, ni siquiera en los momentos más difíciles. Nunca fueron un objetivo de las fuerzas en conflicto, puesto que, “por cuidados médicos o necesidad de alimentos todos nos necesitaban”.

Tienen que seguir adelante con lo poco que hay

En determinado momento no pudieron ir a la capital a recoger alimentos por el peligro que esto conllevaba: “Uno de los hermanos empezó a cocinar tres calderas de arroz diarias. Es muy difícil vivir esta situación, incluso creerla sin verla con los propios ojos. Se te desgarra el corazón. El Hermano en cuestión, persona seria y recia, se transformó totalmente en bonachón y espléndido, no escatimaba nada, todo era dar y ofrecer ante tanta necesidad”.

Recuerda el Hermano Chávarri al Hermano Manuel García Viejo “médico cirujano e internista, entregado totalmente a su trabajo de salvar vidas, siempre fiel a su misión y disponible tanto de día como de noche ante cualquier urgencia que se presentara”. Este hermano médico murió en el 2014 a consecuencia del Ébola.

“Son varios los hermanos de la Orden que han fallecido en África a causa de su entrega incondicional viviendo la filosofía, valores y herencia de nuestro fundador San Juan de Dios”.

Pero si mueren por su fe y vocación, mueren en paz, a la espera de la recompensa eterna.

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