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Los ancianos son indispensables para que los jóvenes ensanchen sus horizontes, dijo el Papa

En la Audiencia General, el Pontífice inició un ciclo de catequesis dedicadas a la vejez.

Anciano

Redacción (23/02/2022 09:50, Gaudium Press) Hoy, en la Audiencia General de los miércoles, el Papa Francisco ha iniciado una serie de catequesis dedicadas a la vejez, en un mundo donde los ancianos son relegados o ignorados.

En estos tiempos actuales se ha hecho una exaltación de la juventud, y ese ha sido uno de los íconos dominantes de los totalitarismos del S. XX, expresó el Papa.

El modelo del mundo de hoy es el ‘joven-adulto’, ensimismado en su propia juventud, “un individuo hecho a sí mismo que permanece siempre joven”, mientras que los ancianos son considerados “un peso” para la sociedad.

La vejez es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo. No se trata solo de un cambio cuantitativo; está en juego la unidad de las edades de la vida: es decir, el real punto de referencia para la compresión y el aprecio de la vida humana en su totalidad”, advirtió el Pontífice.

En su meditación, Francisco se inspiró en el pasaje bíblico del profeta Joel (Jl 3,1-2.5), que exalta en los sueños de los ancianos la visión de futuro para los jóvenes.

Recuperar la dignidad cristiana de la ancianidad

Para los ancianos, nuestros tiempos son inéditos, pues nunca la población anciana había sido tan numerosa; la longevidad se ha masificado. Tal vez eso haya contribuido a que los ancianos sean considerados “un peso”.

“En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir”, lamentó Francisco.

Esto corresponde a una visión, aunque sea subconsciente, en la que “la exaltación de la juventud” hace que esta se considere “como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, degradación, discapacidad”, enfatizó el Pontífice.

En las culturas actuales “desarrolladas”, la vejez – casi un tercio de la vida humana – tiene poca incidencia, y su cuidado se limita a planes de asistencia y no a proyectos de vida.

“Esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad. La juventud es hermosa, pero la eterna juventud es una alucinación muy peligrosa. Ser ancianos es tan importante – y hermoso – como ser jóvenes”, añadió el Pontífice.

Sin embargo, “la alianza entre las generaciones, que devuelve al ser humano todas las edades de la vida, es nuestro don perdido”. Jóvenes y ancianos deben estar unidos en el vínculo del Espíritu Santo, pues si los ancianos no se dejan inspirar por el Espíritu Santo y entierran su pasado y sus sueños, los jóvenes no lograrán vivir el presente y tener una visión de futuro.

“Si los abuelos se repliegan en sus melancolías, los jóvenes se encorvarán aún más en su smartphone. La pantalla puede también permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo”, advirtió Francisco.

“La vejez, si no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna, está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos”. Para que esto no ocurra, debemos pedir la ayuda de Dios, y comprometernos en ayudar a la dignificación de la ancianidad, conclamó el Pontífice.

Con información de Vatican News

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