jueves, 25 de abril de 2024
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María, la Reina de los últimos tiempos

Dios quiere que su Santa Madre sea más conocida, más amada, más honrada que nunca.

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Redacción (22/08/2022 10:15, Gaudium Press) Es por María que comenzó la salvación del mundo, y es por María que debe consumarse. María casi no apareció en la primera venida de Jesucristo, para que los hombres, aún poco instruidos e iluminados acerca de la Persona de su Hijo, no se desviaran de la verdad, aferrándose intensa y rudamente a Ella, por los admirables encantos que el Altísimo le había concedido, incluso exteriormente.

Esto es tan cierto es que San Dionisio el Areopagita nos deja por escrito que, al verla, la habría tomado por una divinidad, por sus secretos encantos y su incomparable belleza, si la fe, en la que estaba bien confirmado, no le hubiese enseñado lo contrario.

Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María debe ser conocida y revelada por el Espíritu Santo, para que ella dé a conocer a Jesús, ame y sirva a Jesucristo, ya que no subsistirán las razones que lo llevaron a esconder a su Esposa durante la vida y a no revelarla hasta muy poco tiempo después de la predicación del Evangelio.

María necesita ser más conocida por los hombres

Dios, por tanto, quiere revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.

1. Porque en su profunda humildad se escondió en este mundo y se puso más baja que el polvo, habiendo obtenido de Dios, de sus Apóstoles y evangelistas que no se manifestara.

2. Porque, siendo la obra maestra de las manos de Dios, tanto en nuestro mundo por gracia, como en el cielo por gloria, quiere, por medio de ella, ser glorificado y alabado en la tierra por los vivos.

3. Como Ella es la aurora que precede y descubre al Sol de Justicia, que es Jesucristo, debe ser conocida y vista, para que también Jesucristo sea conocido.

4. Siendo el camino por el cual Jesucristo vino a nosotros la primera vez, lo seguirá siendo cuando venga la segunda vez, aunque de otra manera.

5. Siendo el medio seguro y el camino recto e inmaculado para ir a Jesucristo y encontrarlo perfectamente, es a través de Ella que las almas buenas llamadas a resplandecer en la santidad deben encontrarlo. Quien encuentre a María encontrará la vida. Pero no puede encontrar a María quien no la busca; no puede buscarla quien no la conoce: porque un objeto desconocido no se busca ni se desea. Es necesario, pues, que María sea más conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.

R224 NVT Nossa Senhora do Socorro6. María debe resplandecer, más que nunca, en misericordia, en fuerza y ​​en gracia en estos últimos tiempos. En misericordia, para traer de vuelta y recibir amorosamente a los pobres pecadores y descarriados que se convertirán y regresarán a la Iglesia Católica. En fuerza contra los enemigos de Dios, los idólatras, los cismáticos, los mahometanos, los judíos y los impíos empedernidos, que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, mediante promesas y amenazas, a todos los que están contra ellos. Finalmente, debe resplandecer en gracia, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que lucharán por sus intereses.

7. Finalmente, María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces como un ejército en orden de batalla, especialmente en los últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo bien que tiene poco tiempo, y mucho menos que nunca, para perder las almas, redobla cada día sus esfuerzos y sus luchas. Pronto despertará crueles persecuciones y tenderá terribles asechanzas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, que le dan más trabajo de vencer que a otros.

Pequeños según el mundo, grandes en santidad

El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá particularmente en los últimos tiempos, cuando Satanás le tenderá celadas a su calcañar, es decir, a sus humildes esclavos y a sus pobres hijos, a quienes suscitará para hacer la guerra contra él.

Serán pequeños y pobres según el mundo, y serán humillados ante todos como el calcañar, pisoteados y perseguidos como el calcañar en relación con los demás miembros del cuerpo. Pero, a cambio, serán ricos en la gracia de Dios, que María les distribuirá abundantemente; grandes y sobresalientes en santidad ante Dios, superiores a toda criatura por su celo ardiente, y tan fuertemente sostenidos por la ayuda divina que, con la humildad de su calcañar y en unión con María, aplastarán la cabeza del diablo y harán triunfar a Jesucristo.

En resumen, Dios quiere que su Santa Madre sea más conocida, más amada, más honrada que nunca. Lo que sin duda acontecerá, si los predestinados entran, con la gracia y luz del Espíritu Santo, en la práctica interior y perfecta que a continuación les revelaré.

Entonces verán, tan claramente como la fe les permita, aquella hermosa Estrella del Mar, y llegarán a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas, siguiendo su curso. Ellos conocerán la grandeza de esta Soberana y se consagrarán enteramente a su servicio como sus súbditos y sus esclavos de amor. Degustarán su dulzura y su bondad maternal, y la amarán entrañablemente.

Ellos conocerán las misericordias de que es llena y sentirán la necesidad de su ayuda, y acudirán a ella en todo como a su amada Abogada y Mediadora con Jesucristo. Sabrán que Ella es el camino más seguro, más fácil, más corto y más perfecto para llegar a Jesucristo, y se entregarán a Ella en cuerpo y alma, sin límites, para pertenecer igualmente a Jesucristo.

Finalmente, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo, que seguirán las huellas de su pobreza, humildad, desprecio del mundo y caridad, enseñando el camino angosto de Dios en pura verdad, según el Santo Evangelio, y no según las máximas del mundo, sin afligirse ni hacer acepción de persona, sin perdonar, escuchar ni temer a ningún mortal, por poderoso que sea.

Tendrán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios; llevarán sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la Cruz, el crucifijo en la mano derecha, el rosario en la izquierda, los santos nombres de Jesús y María en el corazón, y la modestia y mortificación de Jesucristo en toda su conducta.

Estos son los grandes hombres que vendrán, pero que María suscitará por orden del Altísimo, para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos.

Pero, ¿cuándo y cómo sucederá eso?…

Sólo Dios sabe. A nosotros nos toca callar, orar, suspirar y esperar: “Yo he esperado en el Señor” (Sal 39,2).

Por San Luis María Grignion de Montfort

(Texto extraído del libro Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen. 3.ed. São Paulo: Volveré, 2018.)

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