domingo, 03 de noviembre de 2024
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Más que creernos instrumentos del Espíritu, mejor temer a Dios: Apuntes a decires de un futuro Cardenal

El P. Radcliffe ofreció la meditación en la pasada 13ª. Congregación General del Sínodo.

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Foto: Vatican News

Redacción (23/10/2024 10:49, Gaudium Press) Siguen algunos breves comentarios sobre recientes expresiones del futuro cardenal Timothy Radcliffe, que si no era ya bastante famoso lo es ahora y mucho, tras el anuncio de Francisco de hacerlo purpurado el próximo día de la Inmaculada. El dominico, que fue maestro general de su orden, es también cada vez más conocido por sus posturas más que cuestionables en materia de moral sexual, particularmente en lo que se refiere al tema de las parejas homosexuales.

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Reporta la Agenzia Sir que el sacerdote ofreció la meditación en la pasada 13ª. Congregación General del Sínodo, que contó con la presencia del Papa Francisco.

Dijo ahí el dominico, que “No debemos tener miedo al desacuerdo, porque el Espíritu Santo obra en nosotros”: demasiado seguro se muestra el sacerdote de la acción efectiva del Espíritu Santo en él y circundantes, algo que, por lo que sé, solo tiene garantizado el Papa cuando habla ex cathedra y el magisterio ordinario cuando repite doctrina fuertemente tradicional. Por lo demás, la expresión del fraile no deja de tener aroma hegeliano (tesis vs. antítesis – síntesis), haciendo del desacuerdo motor privilegiado de la búsqueda de la verdad. Entre tanto, en una divergencia, una parte está equivocada pero a veces las dos, y por eso, más que fomentar el desacuerdo y creerse portador infalible de las luces del Paráclito, lo que hay que hacer es profundizar y anclarse en la doctrina tradicional, y luego rezarle no poco a ese Divino Espíritu y a su fiel esposa la Virgen, para que no permita que nuestras débiles mentes se extravíen por los recovecos de sus desvaríos o caprichos.

Dijo también el dominico que “Nuestra libertad consiste en pensar, hablar y escuchar sin miedo”. Pues pensamos todo lo contrario: siempre debemos tener un fondo de inseguridad en nuestras almas, cuando expresamos o fabricamos nuestras opiniones, porque como decía Donoso Cortés, el hombre tiene sed de absurdo y de pecado, y esa inclinación también está presente en los católicos y en los hombres de Iglesia. La seguridad nos la debe dar el reloj del género humano, el Big Ben del género humano, la doctrina de Cristo y de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Antes de ponerse a pensar, mejor estudiar la tradición de la Iglesia, y con autores muy firmes, ya avalados por la Iglesia, como por ejemplo la luz que nació en su orden, Santo Tomás de Aquino, doctor universal de la Iglesia. Por lo demás, los herejes que hirieron la Esposa de Cristo a lo largo de su Historia, pensaron y hablaron mucho, ‘libremente’, ‘sin miedo’… Pensar y hablar en estos campos es mejor hacerlo con Temor de Dios.

“La Divina Providencia es amable, silenciosa y actúa incluso cuando las cosas parecen ir mal”, dijo también el P. Radcliffe. Bien, esto de que la Providencia de Dios actúa siempre es completamente cierto. Eso de que sea siempre amable, depende; y lo de silenciosa, también depende (el diluvio no es que haya sido muy silencioso, o muy amable, en el sentido corriente del término; pero ciertamente fue una manifestación providencial). Pero es verdad que la Divina Providencia no entra en paro o stand by cuando los hombres hacen buen o mal uso de su libertad. Lo que no sería cierto es pensar que como Dios siempre reina como el Señor de la Historia, los hombres pueden dedicarse a pensar lo que quieran, que al final el Espíritu Santo todo lo arreglará, o que Dios propicia los errores de los hombres para que Él actúe. Dios sí se vale de los errores de los hombres también para manifestar su gloria triunfante, pero Dios no gusta de los errores, pues como dicen los americanos, los errores tienen consecuencias; si no, preguntémosle a Lutero o a Calvino, si en la eternidad están contentos por las muchas almas que ayudaron a desviar.

El dominico parece recoger el sentir de algunos, preferiblemente del ala de la progresía, que habrían querido que este sínodo fuese el estopín o hasta la concretización de diaconisas, sacerdotisas y padres casados, entre otras ‘conquistas’ del gusto del mundanismo: “Aunque estemos desilusionados por el resultado del Sínodo, la Providencia de Dios obra en esta asamblea, llevándonos hacia el Reino de maneras que sólo Dios conoce. Su voluntad para nuestro bien no puede ser frustrada”. Es claro que el Reino de Dios se establecerá; pero lo que debemos hacer los hombres, primero, es rezar para que nuestra voluntad coincida con la de Dios, que con frecuencia no lo hace. Lo segundo es ver lo que Dios ya ha dicho, sea en las Escrituras como en la Tradición, pues como Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y no se contradice, si decimos o caminamos de forma muy diferente a lo que Dios ya ha dicho, pues más que hacer la voluntad de Dios, muy probablemente estaremos de secuaces del maligno.

Al final el dominico expresa lo que se debe hacer al inicio, al final y a todo momento: abandonarse en las manos de Dios: “Hacemos lo que creemos que es correcto y el resto está en manos de Dios. Es sólo un Sínodo. Habrá otros. No tenemos que hacerlo todo, solo intentar dar el siguiente paso”. La cuestión es si los pasos que hemos dado o queremos dar están en la dirección correcta, la querida por Dios, y si están auxiliados por la gracia de Dios, o más bien lo contrario.

Porque sí, Dios es el Señor de la Historia —y no el esclavo del mundanismo y del espíritu de los tiempos— y todos los que se oponen a Dios, por más políticamente correctos o bien considerados por el mundo que sean, tienen perdida la partida de antemano.

Por Carlos Castro

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