viernes, 22 de noviembre de 2024
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¿No admitir a la sagrada comunión a políticos abortistas es convertir la eucaristía en ‘arma política’?

Responde el Arzobispo de San Francisco, Mons. Salvatore Cordileone, quien recientemente publicó carta pastoral en la que abordó el tema.

Mons Cordileone

Redacción (07/05/2021 15:13, Gaudium Press) Mons. Salvatore Cordileone, Arzobispo de San Francisco, habló con el National Catholic Register sobre su reciente carta pastoral acerca de la dignidad humana de los no nacidos, la Santa Comunión y los Católicos en la Vida pública. Allí, el prelado trata sobre la adecuada preparación para recibir la comunión, y el procedimiento que se debe seguir cuando un funcionario público persiste en apoyar el aborto y causa escándalo.

La necesaria coherencia al recibir la Eucaristía

Muchos católicos no comprenden lo que significa recibir la Eucaristía. Algunas personas se encuentran en una situación en la que no deberían recibir la Comunión, si solo entiendes la Comunión como un sentido de compañerismo, ser acogidos en la mesa, sin esa idea de que es el sacrificio de Cristo hecho presente para nosotros y que ese acto de Comunión sacramental es una expresión de nuestra unión de nuestro sacrificio con el suyo, la sensación de estar debidamente dispuestos en un estado de gracia”, afirma el prelado justificando el porqué de su carta.

Para analizar el apoyo que dan al aborto ciertos personajes públicos, en la Carta el Arzobispo habla primero de la cooperación con el mal.

Hay distinciones técnicas de la teología moral, pero es importante que los católicos las comprendan, porque muy a menudo es imposible no tener cierto grado de cooperación [con el mal]; pero si es formal, donde usted pretende el acto, participa en el acto o lo facilita, y lo quiere, y si [el acto] es un mal grave, entonces está involucrado en un pecado muy grave allí”, expresa el Arzobispo.

El código de derecho canónico

Tratando sobre el canon 915 y 916 del código de derecho canónico, el prelado afirma que “el Canon 916 habla de alguien que está en un pecado obstinado, omnipresente y grave, que no debe presentarse a la Comunión. El Canon 915 habla de qué hacer, si es público y puede ser motivo de escándalo: dice que no deben ser admitidos a la Comunión”. Mons. Cordileone dice que cada obispo, pastor de cada rebaño particular, debe hacer dentro de su propia conciencia esa deliberación, de quienes no deben ser admitidos a la sagrada comunión y de cómo advertirlos.

Mons. Cordileone habla de que ese tipo de personajes deben ser advertidos en privado, expresándoles que su práctica pública va en contra de las enseñanzas de la Iglesia, y si esas conversaciones “se vuelven infructuosas después de repetidos intentos, ahí es donde un obispo tendrá que emitir un juicio sobre qué hacer al respecto”. “El Canon 915 [sobre no admitir a la comunión a un católico] no es una penalidad: es una declaración de un hecho y, pastoralmente, solo puede tener lugar después de estas conversaciones”.

¿Se convierte la eucaristía en ‘arma política’?

Se le pone de presente al Arzobispo de San Francisco que un obispo declaró que negar la comunión era algo como convertir la eucaristía en un arma con fines políticos, y que eso representaría una “teología de indignidad y de exclusión”.

A esto responde Mons. Cordileone diciendo que hay “una mayoría de católicos que ya no comprenden lo que significa la Sagrada Comunión. No entienden lo que significa cuando toman la Comunión. Ya no creen en la Presencia Real. Esto también es coherencia eucarística, así lo llamamos, y no está presente. Los obispos [de la Conferencia Episcopal americana] están trabajando en este proyecto de ‘coherencia eucarística’. Este término en realidad proviene del ‘Documento de Aparecida’ que los obispos latinoamericanos escribieron hace muchos años: Habla específicamente de políticos que apoyan males como el aborto y que violan este principio de coherencia eucarística si reciben la Comunión; siendo el autor principal de ese documento el entonces arzobispo de Buenos Aires: Jorge Bergoglio. Entonces, no es algo exclusivo de los obispos estadounidenses, o, para el caso, de los obispos latinoamericanos. Es un principio básico y atemporal de la enseñanza de la Iglesia. Necesitamos salvaguardar la Eucaristía”.

“La idea de que [negar la comunión] se está utilizando como arma por motivos políticos supone leer las mentes de quienes están adoptando esta posición, de que se conocen sus motivos para hacerlo. En mi caso, no es un motivo político. No está relacionado con ninguna persona, pero está relacionado con el problema”.

“Preferiría que un político que favorece las políticas de aborto se convierta en provida, sin dejar de hacer las cosas buenas que hace el político, en lugar de ser reemplazado por un candidato pro-vida, porque así crecemos. Si presumimos que leemos la mente, también podríamos trabajar a la inversa. Se podría decir que aquellos que se oponen a aplicar la disciplina de la Iglesia podrían hacerlo con un propósito político para proteger al político de ser relevado de su cargo. Pero de cualquier manera, no creo que realmente vaya a tener un efecto político significativo. Para mí, no estoy tratando de influir en los votos. Estoy tratando de salvar almas.

Los obispos de los EE.UU. busca influir por ejemplo en el Congreso en diversidad de temas, y estos no se relacionan con recibir o no la eucaristía. Pero “el asesinato directo de un ser humano inocente: es un acto específico, no es un problema en el que hay diferentes formas posibles de abordarlo, y que podamos discernir cuál es la mejor manera de lograr el mayor bien; tampoco es una actitud que pueda manifestarse de diferentes formas”; simplemente no se puede apoyar el aborto.

En ese sentido, “cuando el arzobispo [Joseph] Rummel de Nueva Orleans excomulgó a esos tres prominentes católicos en la vida política, no se le vio que estuviera convirtiendo un arma la Eucaristía”.

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