jueves, 18 de abril de 2024
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Patriarca de Jerusalén: Ver el mundo con una mirada redimida por el encuentro con el Resucitado

Mons. Pizzaballa celebró la pascua en la iglesia del Santo Sepulcro, donde resucitó el Señor.

Santo Sepulcro 1

Jerusalén (06/04/2021 07:39, Gaudium Press) En la noche en que en el orbe entero se celebró la Resurrección del Señor, los ojos y los pensamientos se volvieron al lugar donde ocurrió este portento, la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén.

Allí celebró la eucaristía de ese sábado Mons. Pierbattista Pizzaballa, franciscano y Patriarca latino de Jerusalén.

El Patriarca meditó sobre la antífona que se reza en la ocasión: “He resucitado y estoy contigo, aleluya”:

Y esto es lo que hoy, cada uno de nosotros está llamado a hacer: entrar en los lugares de la muerte, y quedarse allí, al borde de la tumba, para ver y creer que a pesar de que la muerte sigue asustando, en realidad ya no tiene poder”, dijo en su homilía.

Aplicación a los días actuales

El Patriarca aplicó la meditación de pascua, a los días actuales:

“En este último año en gran parte del mundo, hemos contado sobre todo contagios, enfermos, muertos y probablemente, somos un poco como María Magdalena: tentados a correr hacia atrás, a buscar los cuerpos que hemos perdido, las oportunidades perdidas, las vacaciones postergadas, la vida que parecía escaparnos”.

Santo Sepulcro 2

No obstante, debemos ser capaces de ver la novedad de la Pascua, y ver la promesa de una vida futura nueva y extraordinaria, pues “creemos en Dios, el Señor de lo imposible”.

“Creo que este mundo, cansado, herido, agotado por la pandemia y por tantas situaciones de miedo, muerte y dolor; agotado por demasiadas búsquedas vanas y que encuentra cada vez menos lo que busca, necesita cada vez más una Iglesia con ojos abiertos, desde una mirada que sabe ver las huellas de la Vida incluso entre los signos de la muerte”, afirmó Mons. Pizaballa.

“Nada es imposible para quien tiene fe”, dijo el Patriarca de Jerusalén, e invitó a los cristianos a tener el valor de ser discípulos, que ven el mundo con una mirada redimida por el encuentro con el Resucitado: “Cristo no es un cadáver: su Palabra no es letra muerta, su reino no es un sueño roto, su mandamiento no está desactualizado; Él es la vida, nuestra vida, la vida de la Iglesia y del mundo”, exclamó.

Con información de Revista Ecclesia

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