jueves, 12 de diciembre de 2024
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“¡Púdrete en el infierno!”, le dijo la esposa – Pero él, después de muerto, se empezó a manifestar

CNN exploró erradamente la comunicación con el más allá. La perspectiva católica es la que ofrece la visión cierta.

Fallecidos

Foto: Jr Korpa

Redacción (14/09/2021 11:17, Gaudium Press) En estos tiempos, en los que el consumismo materialista va exhalando sus últimos ‘deleites’, cada vez más desgastados, los hombres empiezan a volver cada vez más los ojos hacia lo sobrenatural, y también hacia lo preternatural, lo ‘fantasmal’.

No es por acaso, que una cadena como CNN haya explorado el tema del contacto con el más allá, en el artículo They lost their loved ones to Covid. Then they heard from them again (Perdieron a sus seres queridos por Covid. Luego, una vez más escucharon de ellos).

Para resumir, CNN reporta ahí experiencias de lo que los americanos llaman “ADC’s, Comunicaciones después de la muerte (After-Death Communications), que van desde la aparición de familiares en sueños muy vívidos o un olor de una fragancia que usaba uno de ellos, hasta experiencias incluso más sensoriales como un toque, escuchar una voz o percibir una de sus formas humanas.

Dice CNN que este tipo de experiencias se reportan bastante después de desastres tipo 11 de septiembre o por ejemplo el tsunami que golpeó el Japón en el 2011. Y para explicar estos hechos, el artículo supone que puede ser que los familiares muertos quieran decir a sus deudos aquí en la tierra que se encontrarán en el más allá, o que pueden ayudarlos aquí en la vida y en el momento de la muerte. Pero el artículo no para ahí, sino que declara, como la cosa más natural del mundo, que para entrar en contacto con el más allá muchas personas recurrirán a la tabla ouija, o a mediums.

Análisis pobrísimo, que abre las puertas a la acción del mal

Pero es claro que el análisis de CNN es por lo menos muy carente, en su ausencia de cualquier mención de Dios, y particularmente en su falta de prevención hacia lo oculto, donde muchas veces entra el demonio, como lo recuerda la Escritura: “Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. Tampoco hará ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos. Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones. él desposeerá a esos pueblos delante de ti” (Dt 18, 10-12).

Pero es indiscutible que en numerosas ocasiones pueden haber reales comunicaciones del más allá, de almas de parientes muertos, pues muere el cuerpo pero no el alma, alma que se reunirá con su cuerpo al final de los tiempos.

Entonces, puede ser que por un especial permiso divino que no es tan común, alguien se comunique con sus parientes, puede ser el alma de un condenado, o de un bienaventurado, o más fácilmente de una persona que está en el purgatorio, expiando por sus pecados antes de ir al cielo, y que pide ayuda aquí en la tierra, fundamentalmente oraciones.

Relata Patti Maguire Armstrong, en el National Catholic Registerlo que cuenta el P. Vincent Lampert, exorcista de la diócesis de Indianápolis, en el artículo “Dos Exorcistas aplican su peso sobre fantasmas y casas embrujadas” (Two Exorcists Weigh In On Ghosts and Haunted Houses).

Un día una mujer le dijo al sacerdote que temía que su marido la estaba acechando, pues aunque vivía sola encontraba a veces unos muebles movidos. Inclusive, una antigua foto de su boda había aparecido inexplicablemente sobre una mesa.

El matrimonio había acabado por la infidelidad del esposo. Pero con el paso del tiempo, el hombre había desarrollado una enfermedad terminal, y antes de morir había ido a pedir el perdón de su esposa.

“¡Púdrete en el infierno!”, fue la furibunda respuesta de la cónyuge traicionada, quien no quiso perdonarlo.

Pero todo indicaba que tras su fallecimiento, el marido sí seguía manifestándose a su esposa. Tras una seguramente rápida evaluación, el P. Lampert percibió que el hombre podía estar necesitando oraciones desde el purgatorio, y que por un especial permiso divino, se lo estaba comunicando a su antigua esposa.

“La convencí de que lo perdonara”, cuenta el sacerdote. Y “recé por él junto con ella, y todo se detuvo”.

No fue la primera vez que el P. Lampert se deparó con fantasmas.

“He celebrado misas en lugares donde suceden este tipo de cosas y eso suele solucionarlo”, dijo. “Durante la Misa, cuando rezamos por la persona y todo se tranquiliza, entonces sabemos que esto es lo que se necesitaba. Creo que las almas pueden actuar en esta realidad si necesitan oración y Dios lo permite”, expresa el sacerdote de acuerdo a su experiencia.

Parecería, pues, que a medida que el hombre camina alejándose de la mera materialidad, esas realidades del más allá pueden hacerse cada vez más presentes. Por ellas intentará colarse el demonio. Pero también pueden ser ocasión, para una re-evangelización desde la verdadera perspectiva católica.

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