jueves, 28 de marzo de 2024
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San Francisco de Sales, obispo, antes de morir la gente empezó a notar que su rostro resplandecía

El gran obispo de Ginebra era el primogénito de los barones de Boisy.

San Francisco de Sales

Redacción (24/01/2021 08:47, Gaudium Press) Nace San Francisco de Sales, nuestro santo de hoy, obispo y Doctor de la Iglesia, en el castillo de sus padres, los barones de Boisy, en el año 1567, en Saboya. Eran 13 hermanos, del cual el santo era el primogénito.

La madre, piadosa le escogió un excelente preceptor, el P. Déage, quien le brindó su amistad y consejos hasta que partió de esta vida.

Este preceptor lo acompañó en los estudios universitarios, en el Colegio de Clermont, de los jesuitas, donde San Francisco fue muy meticuloso en sus aprendizajes, que le sirvieron a lo largo de todo su apostolado.

Como primogénito, San Francisco también fue educado en las artes que lo harían brillar en el mundo, esgrima, danza, equitación. Pero la voz de Dios se hizo cada vez más nítida, sentía que lo llamaba para su servicio por entero, y por ello hizo voto de castidad, encomendándose a la Virgen.

Noche oscura del alma

A los 18 años tuvo una prueba característica de quienes están llamados a una alta santidad, y es que sentía que Dios le había retirado su gracia y que estaba destinado irremediablemente a odiar a Dios con los réprobos por toda la eternidad. En esas condiciones, hizo un acto de humildad, que ya revelaba su alta virtud, y fue pedirle a Dios que por lo menos en esta Tierra lo amara: “Concededme por lo menos que, en esta vida, yo os ame con todas mis fuerzas”.

Un día, rezando un Acordaos a los pies de una imagen de la Virgen, la horrorosa prueba pasó, huyó como cuando huye un humo negro. Era satanás y sus artes que partían por orden de Dios.

Cuando regresa al hogar paterno de sus estudios, el padre ya lo tenía destinado al matrimonio con un excelente partido, y ya le había arreglado un cargo en el senado saboyano. Pero se llevó una gran sorpresa, cuando su hijo recusó ambos ofrecimientos, pues sus deseos de vida religiosa sólo se los había comunicado a su madre y a un tío sacerdote. El padre terminó consintiendo, con no poca dificultad.

Se ordena sacerdote, es hecho deán de la catedral de Chámbery, y se entrega a la conversión de los calvinistas de Chablais, con riesgo de su propia vida. Su apostolado fue muy fructífero. Divulgaba escritos refutando las herejías, lo que ya fue caracterizando su apostolado epistolar, que lo hizo patrono de los periodistas.

En 1599 es nombrado obispo-coadjutor de Ginebra, y tres años después, ocupa esa sede.

Siendo obispo, tenía muchos más medios de acción: funda escuelas, establece catecismo para niños y adultos, actúa en todas las clases sociales, también en la nobleza. Excelente predicador, todos querían escucharlo. Se hizo necesario darle una escolta militar porque todo el mundo quería acercársele.

En 1608 publicó las notas de los consejos que daba a una prima política: nació así una de las obras de espiritualidad más popular de todos los tiempos, Introducción a la Vida Devota.

Del apostolado que realizaba con las altas damas de sociedad, surgió una especial flor, con la cual fundó una gran obra de clausura. Era ella Santa Juan Francisca viuda de Chantal, y la obra la Visitación.

En los últimos años de su vida, la gente comenzó a comentar un fenómeno que era por demás visible: su rostro resplandecía. En su lecho de muerte, este resplandor aumentó en ocasiones.

Apenas muerto, la gente comenzó a cultuarlo, obteniendo con frecuencia grandes favores del cielo.

Muere en 1622. Es canonizado en 1665.

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