sábado, 27 de abril de 2024
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Siguiendo el testimonio de Eleazar, el Papa pidió coherencia y manifestación de la fe propia

Francisco continuó sus catequesis sobre la ancianidad, focalizando el ejemplo de este maestro de la ley que no dudó en mantenerse firme en la fe, aunque en ello le fuera la vida.

Francisco

Redacción (04/05/2022 09:06, Gaudium Press) Continuando la secuencia de catequesis sobre la ancianidad, el Papa Francisco en la Audiencia General de hoy puso en foco el ejemplo de Eleazar, maestro de la Ley, que llevando una vida irreprochable desde su niñez, se negó a comer carne de cerdo, lo que estaba prohibido por la ley mosaica. Quería él darle ejemplo a los jóvenes, de que no iba a aceptar las costumbres paganas ni siquiera aunque eso le costase lo poco de vida que le restaba.

Eleazar no mancharía su honra en la vejez, y mantendría firme la fe.

En el camino de catequesis sobre la vejez, hoy encontramos un personaje bíblico de nombre Eleazar, un anciano que vivió en los tiempos de la persecución de Antíoco Epífanes. Su figura nos entrega un testimonio de la relación especial que existe entre la fidelidad de la vejez y el honor de la fe”, dijo el Papa.

Eleazar decidió morir antes que renegar de la fe que profesaba, dando así ejemplo de fidelidad y de coherencia a las futuras generaciones. Su testimonio nos deja una gran herencia: ser coherentes con la propia fe, es decir, obrar siempre de acuerdo a lo que creemos, hasta el final de nuestros días”.

Tal vez corresponda a los ancianos devolver la fe a su pedestal de honor

La tentación de separar fe y vida “también podemos encontrarla hoy, de diferentes maneras”. Por ejemplo – agregó el Papa – “vemos que la práctica de la fe muchas veces se presenta de forma negativa, se ridiculiza o se margina, o bien se considera una cosa de ‘viejos’, algo inútil e incluso nocivo para la propia existencia”.

Sin embargo, “estamos llamados a testimoniar que la fe no es algo reservado a una etapa de la vida, sino una bendición para todos, un don que siempre merece ser respetado y ser honrado”.

Tal vez corresponda “precisamente a nosotros, los ancianos, devolver a la fe su honor. Hacerla coherente”.

“Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a ser testigos fieles y valientes de Cristo, y sobre todo a ser coherentes cuando las dificultades ponen a prueba nuestra fe”, concluyó el Pontífice.

Con información de Vatican News

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