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María Santísima, verdadera Reina, merece que seamos sus súbditos

Bogotá (Viernes, 26-04-2013, Gaudium Press) Pío XII afirma que María Bendita es verdadera Reina, incluso también por derecho de conquista: «Él, el Hijo de Dios, proyecta sobre su madre celestial la gloria, la majestad y el dominio de su realiza… Jesús es Rey por toda la eternidad, por naturaleza y por derecho de conquista; por Él con Él y sometida él es María Reina por gracia, por relación divina, por derecho de conquista y por singular elección» (AAS 38 (1946) p. 266).

Esta realeza de María, se extiende a todo el Reino de Cristo, expresa el mismo Papa Pacelli: «Su reino es tan vasto como el de su Hijo y Dios, ya que nada queda excluido de su dominio» (ibíd.)

1.jpg¿Cuál es la amplitud del reinado de Cristo, y por tanto del de María? Es total, como claramente lo explica Schmidt: «El reino de Cristo es primordialmente un reino espiritual. Ya dijo Nuestro Señor que su ‘reino no es de este mundo’. Para entrar en este reino los hombres ‘se preparan mediante el arrepentimiento, y a él no pueden entrar sino por la fe y el bautismo’. Puesto que María es Reina de este reino, su poder real se aplicará, ante todo a cosas espirituales. Además, el hecho mismo de que María se nos presente como co-conquistadora contra Satanás señala ya la naturaleza primordialmente espiritual de su poder. Mas si bien es verdad que el reino de Cristo es, ante todo, espiritual, también es cierto que no lo es exclusivamente. El papa Pío XI nos asegura en su encíclica ‘Quas primas’ que Cristo Rey tiene también autoridad sobre asuntos temporales y civiles. Puesto que María es Reina de todo el reino de Cristo, se sigue, lógicamente, que, sujeta al Rey, ella también tiene autoridad de Reina sobre los negocios temporales» (Reino de Cristo, Reino de María por Fermín M. Schmidt, O.F.M. Cap in Mariología, J.B. Carol. BAC. 1966)

Verdaderamente, el reinado de María es universal: «Llegamos a la inevitable concljsión de que la autoridad regia de María se extiende a todo el género humano y aún a los ángeles» (ibíd.) y por ende, «tanto las naciones como las familias y los individuos deben veneración y homenaje a María, porque es Reina del universo; lo mismo que deben adoración y homenaje a Cristo porque Él es Rey del universo» (ibíd.).

Esta potestad regia, María Santísima la ejerce fundamentalmente por medio de la distribución de la gracia. Vimos en líneas anteriores que Ella es el ‘acueducto’ sublime por el cual nos vienen todas las ayudas del cielo en orden a nuestra salvación. Cuando el Salvador dice «Sin mí nada podéis hacer», se refiere particularmente al campo sobrenatural, en el cual la gracia es indispensable para cualquier acto. La Virgen, según el dictamen de San Luis Ma. Grignion de Montfort, distribuye la gracia «a quien quiere, cuanto quiere, como quiere y cuando quiere» en perfecto acuerdo con Cristo. Por tanto, en el orden sobrenatural, podemos decir que sin María nada podemos hacer.

La consecuencia se impone: seamos súbditos, hijos fidelísimos de María Reina. Ella, a nuestro amor, responderá con el mil por uno.

Por Saúl Castiblanco

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