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Ciudad del Vaticano (Lunes, 19-11-2012, Gaudium Press) Durante el Ángelus, recitado este domingo desde la ventana de sus aposentos, el Papa Benedicto XVI se dirigió a una multitud de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
En el encuentro el Santo Padre explicó el trecho del Evangelio de San Marcos leído en ese día en todas las iglesias del mundo, al comentar el discurso «escatológico» de Cristo, que explica «los últimos tiempos».
El discurso de Jesús, -dijo Benedicto XVI- «es probablemente el texto más difícil de los Evangelios» y su dificultad deriva tanto de su contenido, como de su lenguaje: Nuestro Señor «habla de un futuro que supera nuestras categorías, y por eso Jesús utiliza imágenes y palabras sacadas del Antiguo Testamento, pero especialmente inserta un nuevo centro, que es Él mismo, el misterio de su persona y su muerte y resurrección».
En el trecho evangélico de este domingo el Papa afirmó que Jesús usa «imágenes cósmicas de género apocalíptico» como el sol que quedará oscuro y la luna que no brillará más, pero Jesús no las usa como un «vidente».
«Sabemos que en la Biblia la Palabra de Dios es el origen de la creación», recordó el Pontífice, y «ese poder creador de la Palabra divina se concentró en Jesucristo». «Por eso -subrayó Benedicto XVI- Jesús no describe el fin del mundo, y cuando usa imágenes apocalípticas, no se comporta como un ‘vidente’.
«Al contrario, Él quiere sacar a sus discípulos de todos los tiempos de la curiosidad por fechas, previsiones, y en vez de eso quiere dar a ellos una clave de lectura profunda y esencial, y, especialmente, indicar la vía justa a ser recorrida, hoy y mañana, para entrar a la vida eterna», continuó Benedicto XVI en su explicación.
El Papa prosiguió en su catequesis afirmando que «todo pasa -nos recuerda el Señor-, pero la Palabra de Dios no cambia y delante de ella, cada uno de nosotros es responsable por su propio comportamiento».
Tampoco en nuestros tiempos faltan calamidades naturales, e infelizmente, no faltan tampoco guerras y violencias. También hoy tenemos necesidad de un fundamento estable para nuestra vida y nuestra esperanza, aún más por causa del relativismo en que estamos inmersos». Finalizando, el Santo Padre suplicó: «Que la Virgen María nos ayude a acoger este centro en la Persona de Cristo y en su Palabra».
Beata María Crescencia
En los saludos en varias lenguas el Santo Padre, hablando en español, recordó la figura de la Beata María Crescencia Pérez, que fue religiosa de la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto y que en este último sábado fue elevada al honor de los altares, en la ciudad de Pergamino, Argentina.
La Beata Crescencia vivió en la primera mitad del siglo pasado y es modelo de docilidad evangélica animada por la fe. «Alabemos al Señor por su testimonio», concluyó el Papa. (JS)
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