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Sacerdote jesuita abogado, que siguió el juicio al Cardenal Pell, se mostró "muy sorprendido" con el fallo condenatorio

Melbourne (Martes, 26-02-2019, Gaudium Press) El Padre Frank Brennan no es solo un sacerdote jesuita australiano, sino que también es un reconocido abogado en su nación, especialista en el campo de los derechos humanos, justicia social, protección de refugiados, entre otros. El sacerdote estudió la evidencia pública y leyó actas de las sesiones del juicio que terminó en la condena -conocida ayer- del Cardenal George Pell por abuso sexual después de una misa solemne a finales del año 1996. La defensa del Cardenal ya anunció que apelará la sentencia.

Para el jesuita, la evidencia aportada contra el Cardenal no es nada sólida. Esta es básicamente la declaración de la víctima, quien afirma que él y otro niño del coro abandonaron la procesión litúrgica al final de una misa dominical y se internaron en límites prohibidos de la sacristía, donde comenzaron a beber vino del altar. Dice que el futuro Cardenal llegó solo, los castigó, y luego, estando completamente vestido con sus copiosas vestimentas litúrgicas, cometió tres viles actos sexuales. También dijo el demandante que la puerta de la sacristía estaba abierta, y que servidores del altar pasaban por el corredor.

El sacerdote Brennan afirma que muchas de las críticas que hace el abogado del Cardenal a la narrativa del acusador son muy convincentes.

«Cualquier persona familiarizada con la conducta de una solemne misa en la catedral con todo el coro consideraría muy poco probable que un obispo, sin una razón grave, deje una procesión de fin de oficio y se retire a la sacristía sin compañía», dice el sacerdote abogado jesuita.

El Maestro de Ceremonias del Arzobispo Pell, Mons. Charles «Portelli y el sacristán de vieja data Max Potter describieron cómo el arzobispo estaría acompañado invariablemente después de una misa solemne con procesión, hasta que uno de ellos hubiera asistido al arzobispo a despojarse de la ropa [litúrgica] en la sacristía. Hubo amplia evidencia de que el Arzobispo era un rigorista de las formas litúrgicas y que él desarrolló estrictos protocolos en su época como arzobispo, deteniéndose en la entrada de la Catedral después de la misa para saludar a los feligreses generalmente durante 10 a 20 minutos, antes de regresar a la sacristía para desvestirse en compañía de su Maestro de Ceremonias».

Asimismo testigos familiarizados con las vestiduras litúrgicas dieron «evidencia convincente» de que «era imposible» que se produjesen los tipos de abuso de la acusación estando puestas las vestiduras litúrgicas usadas en ceremonia solemne. «La proposición de que los delitos acusados fueron cometidos inmediatamente después de la misa por un arzobispo con trajes litúrgicos completos en la sacristía con una puerta abierta y vista desde el pasillo me pareció increíble», recalca el sacerdote Brennan.

El sacerdote jesuita se explica el fallo condenatorio, diciendo que «aunque el autor de la queja se equivocó en todo tipo de hechos, el jurado debió creer que Pell hizo algo terrible contra él. Los jurados deben haber juzgado al demandante como honesto y confiable a pesar de que muchos de los detalles que dio fueron improbables, si no imposibles».

Con información de CNS y Eureka Street

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