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Lo superfluo necesario

Redacción (Jueves, 03-02-2011, Gaudium Press)

¿Por acaso el lector está buscando alguna oferta? ¿Siente que su electrodoméstico ya está viejo? ¿Necesita cambiar su celular por uno de última generación? ¿Quiere comprar el auto del año? Pues bien, ¿será que ya nos preguntamos qué realmente necesitamos para vivir?

Hagamos una lista muy breve de algunos ítems realmente indispensables para la existencia humana. Sobretodo el aire, sin él sería imposible subsistir; después la alimentación, tanto agua como comida sólida, el menú no entra en cuestión; y creo que una habitación simple, compuesta de cuatro paredes y un techo, para abrigarse de las intemperies, así como algún abrigo será lo suficiente, y listo. ¡Ya tenemos todo para vivir!

Probablemente esta lista no agradará a la mayoría de las personas acostumbradas con los medios de comunicación actuales o con las cómodas formas de locomoción. ¿Pero por qué esto? Porque nos habituamos con el consumismo, una forma de adquirir lo que es superfluo. Se compra lo que no se quiere, con el dinero que no se tiene.

Pero se podría objetar que no es posible obligar a una persona a comprar lo que ella no quiere. En sentido estricto es verdad. Entretanto, se consigue esto a través de la persuasión publicitaria. Por medio de una buena argumentación se puede llevar un ciudadano a tornarse un cliente efectivo. Las cualidades de un producto parecerán «tentadoras», sumadas a las «facilidades» de pago. Por último, la compra. Y allá va el cliente convencido de haber hecho un buen negocio…

view.jpgYa poseedor de su nuevo aparato, el comprador tendrá que «degustar» un manual, a veces bien lleno, para aprovechar todas las posibilidades del nuevo producto. Sin embargo, cuando todavía no llegó a la mitad del manual, ya salió otra mercadería con más accesorios y una vez más comienza el corre-corre para mantenerse actualizado con la globalización, que también puede ser entendida en el sentido de moda.

Aquí no se pretende demostrar que las personas deben vivir como si estuviesen en la «Edad de Piedra»; al contrario, se desea apuntar cómo están nuestros criterios de elección en relación a aquello que nos rodea.

Por tanto, volveremos a la cuestión: ¿hay cosas «superfluas» que son realmente necesarias para nuestra vida? La respuesta es sí, todo aquello que es bello y que nos conduzca a pensar en algo superior. Por ejemplo, una bonita alfombra además de «ablandar» nuestros pasos, embellece el ambiente que compone. Y así, mil otros «superfluos» son necesarios para dar sentido a la vida.

Quien vive sin este sentido de distinción y elevación, en el fondo, sin reportarse a Dios, vive simplemente para esta tierra y se olvida que fue creado para otra Vida, que es la eterna.

La tendencia actual es hacer todo descartable, pues vendrán siempre otras cosas «mejores», para no decir más descartables. Se va tornando cada vez más difícil encontrar personas que presenten, por ejemplo, un reloj perteneciente a su abuelo, el cual guardan como una verdadera reliquia. En la medida que los productos se tornan menos valiosos, simbólicamente, la vida también pierde su sentido.

Cuando tenemos que escoger una decoración para la propia casa, debemos buscar, antes que nada, aquellos objetos que más fácilmente pueden llevarnos a consideraciones de las realidades futuras, por su belleza y simbología, y que darán a la vida su verdadero sentido.

Por otro lado, se ve la necesidad de utilizar ciertos aparatos que facilitarán el trabajo humano, pero estos no pueden ser el centro de la vida y ni de los pensamientos. Basta resaltar el tiempo que muchas personas dispensan a determinados aparatos y el tiempo en que piensan en Dios durante el día.

A partir del momento que el estilo de vida «moderno» nos aleja de las consideraciones acerca de Dios, llegó la hora de revisar la propia vida.

Por Thiago de Oliveira Geraldo

 

 

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