lunes, 20 de mayo de 2024
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Presentado en Madrid libro del Embajador de Costa Rica ante la Santa Sede sobre S. Pío de Pietrelcina

Madrid (Lunes, 07-04-2014, Gaudium Press) En el Foro Juan Pablo II de la Parroquia de la Concepción de Nuestra Señora de Madrid, fue presentado el libro «Nace un hijo espiritual. Nuestra historia con el Padre Pío de Pietrelcina», de autoría de D. Fernando Sánchez, Embajador de Costa Rica ante la Santa Sede. Su labor diplomática le llevo a la Città Eterna y allí recibió él y su familia una gracia muy importante por la intercesión del Santo franciscano capuchino S. Pío de Pietrelcina.

El libro fue presentado previamente en Italia. En Roma por el Cardenal Prefecto de la Causa de los Santos, D. Angelo Amato, S.D.B. y en San Giovanni Rotondo por el Cardenal español D. Antonio Cañizares Llovera.

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Aspecto de la Mesa directiva en la presentación

La Embajada de Costa Rica en Madrid, los Heraldos del Evangelio de España y el Foro Juan Pablo II de la Parroquia de la Concepción, organizaron el acto en España, que fue abierto por el párroco de la Concepción, D. José Aurelio Martín Jiménez, quien manifestó la alegría de poder realizar ese evento en el Foro Juan Pablo II, cuyos objetivos son justamente responder «al hilo de la actualidad, a las realidades y acontecimientos de la vida, desde la fe católica, con ojos cristianos, que nació al calor de la quinta visita apostólica del Beato Papa Juan Pablo II a España».

La presentación hecha por el Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacerdotes, D. Antonio Cañizares Llovera, fue leída por D. José Francisco Hernández Medina, E.P. debido a que el Purpurado español no pudo viajar a España por obligaciones inherentes a alto cargo en la Santa Sede.

Palabras del Cardenal Cañizares

Según D. Antonio Cañizares Llovera el Embajador Sánchez «es un esposo y padre ejemplar que cuida de su familia, se desvive por ella y vive para ella. Una perdona que confía en Dios enteramente, en Él ha puesto su confianza, que sabe de sufrimientos y que, en ellos, ha tenido la mirada de la fe y se ha aferrado a Jesucristo, e identificado con Él, que supo de sufrimientos y dolores y no buscó otra cosa que cumplir la voluntad de Dios. Un hombre de Iglesia, en comunión plena con ella, que vive sinceramente esa comunión, y se deja conducir por los testigos de Dios que salen a su encuentro y los escucha; un hombre de oración, para quien la oración es como el respiro del alma y de su vida entera, en la que se ha de mantener constante sin abandonarla, so pena de que se quiera renunciar al mismo vivir con esperanza y gozo. Con su gran formación intelectual, es, como podrán apreciar, una persona sencilla, humilde, que sabe por propia experiencia que todo es gracia de Dios, que podemos y debemos esperar todo de Él, que Él actúa y que quiere al hombre, a todos los hombres, especialmente a los pequeños y a los que sufren, con los que el Señor mismo se identifica».

El Cardenal Prefecto del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos destacó que «a través de las páginas de este libro, D. Fernando nos va mostrando la figura de un fiel testigo del Señor y de su misericordia: San Pío de Pietrelcina. Como saben, este Hermano Franciscano Capuchino nunca estuvo lejos de su pueblo natal, Pietrelcina, no anduvo más allá de 200 kilómetros de distancia de su pueblo. Sin embargo consiguió -no porque lo pretendiese, o le guiase un afán populista de protagonismo- que millares y millares de personas procedentes de toda Italia y de otras muchas naciones se pusieran en camino para participar en sus Misas que decía en otro pueblo de Italia, San Giovanni Rotondo, para buscar en su vida ejemplar y en su obra alivio en el sufrimiento, atraídas sobre todo por los estigmas de la Pasión de Jesucristo, que él, Fray Pío de Pietrelcina, experimentó en su cuerpo a lo largo de no pocos años».

Sobre el Padre Pío

El Cardenal Cañizares recordó que algunos aspectos de la personalidad del santo franciscano capuchino: «Convencido de que ‘en los libros buscamos a Dios, pero en la oración lo encontramos; la oración es la llave que abre el corazón a Dios’, repetía: ‘Quiero ser sólo un pobre fraile que reza’. Apenas después de su muerte (1968), dijo de él Pablo VI ‘Mirad qué fama ha tenido, ¡qué clientela mundial ha reunido entorno así! Pero, ¿por qué? ¿Tal vez porque era un filósofo, porque era un sabio, porque tenía medios a su disposición? Sencillamente porque celebraba la Misa con humildad, confesaba desde la mañana a la noche y era, es difícil decirlo, un representante visible de las llagas de Nuestro Señor. Era un hombre de oración y sufrimiento’. El mismo San Pío decía: ‘Sin oración nuestra casa de alivio sería como una planta sin aire y sin sol’. ‘Es la fuerza que une a todas las almas buenas, la que mueve el mundo, la que renueva las conciencias, la que sostiene la Casa, la que conforta a los que sufren, la que cura a los enfermos, la que santifica el trabajo, la que vela por la asistencia sanitaria, la que da fortaleza para soportar el sufrimiento, la que reparte sonrisas y bendiciones de Dios sobre el abatimiento y la debilidad’. Desencadenó un gran movimiento de oración. Y este libro que hoy se presenta aquí es un testimonio de ese movimiento de oración, de la centralidad de la oración, de la fuerza y de la eficacia de la oración que tanto necesita el hombre, particularmente el de nuestro tiempo».

Para concluir D. Antonio Cañizares afirmó: «Concluyo con aquello que decía D. Eugenio D’Ors del buen guía: decía nada menos que el mejor guía es el mudo, que se limita a señalar con el dedo a la obra de
arte y decir señalando ‘ahí está’, para que el propio visitante o el lector mismo entre dentro, se percate por sí mismo de las riquezas, detalles y bellezas de la obra, sin que nadie lo condicione; esto es, -a mi entender-, lo que se debería hacer en la presentación de un libro: señalar con el dedo al libro y al autor, decir ahí está, adéntrense por sí mismos en su lectura, gocen con él, se dejen interpelar y enseñar por él. A eso les invito, a que lean y se empapen del testimonio que nos ofrecen: les hará mucho bien y encontrarán mucha luz y esperanza».

Agradecimientos del embajador

El autor del libro agradeció las palabras cercanas del Cardenal Cañizares, «un querido y buen amigo» así como lo expresado por el Párroco de la Concepción, D. José Aurelio Martín Jiménez, por D. José Francisco Hernández, E.P. y por el Embajador de Costa Rica en España, D. Ehkart Peters, los organizadores del evento en Madrid.

El Embajador Sánchez expresó al Presidente de los Heraldos del Evangelio en España, P. Pedro Paulo de Figueiredo Oliveira. E.P. su «más sincera gratitud por el interés expresado por parte suya y de la Asociación que Ud. preside, en querer brindarme la maravillosa oportunidad de dar a conocer el testimonio, de los sucesos que cambiaron mi vida y la de todos los miembros de nuestra familia, a través de la presentación del libro de mi autoría Nace un hijo espiritual – Nuestra historia con el Padre Pío de Pietrelcina».

Según D. Fernando Sánchez «para mi esposa y para mí es un honor compartir en tan digno escenario éstas vivencias, con el más profundo convencimiento de cuán importante es la intercesión de los
Santos en la vida de un ser humano, y cuánto nos ama Dios».

El coro de los Heraldos del Evangelio amenizó con sus cantos el acto, al que asistieron miembros del cuerpo diplomático acreditado en Madrid, sacerdotes y religiosos, fieles de la parroquia y amigos de los Heraldos del Evangelio junto a un buen número de costarricenses residentes en España.

Gaudium Press / José Alberto Rugeles

 

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