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Sacerdote norteamericano narró milagrosa reanimación de un paciente dado por muerto

California (Martes, 27-03-2012, Gaudium Press) El Padre John Higgins, de la parroquia de St. Raymond en California, publicó un milagro que presenció hace cerca de 20 años y que hasta ahora había permanecido desconocido: la inexplicable reanimación de un paciente dado por muerto en una sala de urgencias. El relato, incluido en el boletín parroquial como reflexión de preparación a Semana Santa, fue reproducido el pasado martes 26 de marzo por el periódico National Catholic Register, de los Estados Unidos.

Escapulario.jpgEl día del milagro, el P. Higgins se encontraba visitando una familia de amigos de un ministerio juvenil, cerca de las seis de la tarde, cuando recibió una llamada de emergencia. Se le solicitó al sacerdote ir tan pronto fuera posible a un hospital ubicado a unas diez millas de distancia. La enfermera a cargo de la sala de emergencias conocía al presbítero y él esperaba encontrarla en la puerta. En cambio, al llegar encontró algunos paramédicos al pie de la única camilla ocupada. El sacerdote aceleró el paso.

«Lo siento, Padre John», dijo Anne, enfermera jefe, al ver al sacerdote, «llegó muy tarde. Ya se ha ido». Su expresión era triste, aunque comprendía que el P. Higgins había conducido tan rápido como era posible. El personal médico se encontraba retirando cables y tubos del cuerpo inmóvil del paciente, de edad avanzada. El sacerdote se acercó al hombre y observó algo que colgaba de su cuello. «Tiene puesto un escapulario de los antiguos», dijo el padre, tocando la tela café del escapulario. En ese momento, la máquina que monitoreaba el corazón emitió un pitido.

«¿Que hizo usted?», preguntó la enfermera, sorprendida. La máquina pitó de nuevo. «¡Nada!», respondió maravillado el sacerdote, mientras las enfermeras se volcaron sobre el paciente para reconectar los instrumentos mientras llamaban por ayuda. Los paramédicos quedaron estupefactos. El paciente abrió sus ojos y habló, con un marcado acento irlandés: «Que bien, Padre. Lo estaba esperando. Necesito confesarme».

Fue imposible celebrar el sacramento en ese momento, pero mientras los médicos trabajaban el Padre Higgins le dio la absolución de emergencia. El sacerdote sintió que iba a desmayarse, sin poder entender lo que sucedía. «Casi me caigo. No había hecho nada, solo ver y tocar el escapulario», comentó. Uno de los paramédicos vio la palidez del presbítero y lo hizo sentar en una silla.

Unas semanas más tarde, el hombre pudo visitar al Padre Higgins, confesarse y contarle que el equipo de paramédicos nunca pudo explicar su recuperación. Para cuando llegó el sacerdote al hospital, ellos ya habían comenzado a diligenciar el Certificado de Defunción. Al final de la página, tras haber constatado el milagro, habían añadido una anotación en letras grandes y mayúsculas: «TRAÍDO DE VUELTA A LA VIDA POR DIOS».

El P. Higgins reflexionó sobre estos hechos, que quedaron para siempre en su memoria. «Los milagros aún suceden. Y no, yo no lo hice», aclaró. «Todo simplemente sucedió de acuerdo a la voluntad de Dios. ¿Por qué interviene en unos casos y en otros no? Realmente no lo sé. Aún no lo comprendo. Pero lo que sí sé es que Dios ha hecho milagros en mi vida, no siendo el más importante lo que Él hizo por alguien más, sino lo que ha hecho repetidamente para traerme de vuelta del pecado y de la muerte, a través de los sacramentos», concluyó.

Con información de NCRegister.

 

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